Mika, de 31 años, me envió un DM por redes sociales con el aura de querer ser abrazada por un hombre musculoso. Tomó el Shinkansen desde Kansai y llegó hasta Tokio. Su marido parece ser el presidente de una empresa y no parece tener ningún problema, pero no dice nada de ella después de la boda excepto por la noche. Mika dice que ya tiene un fuerte deseo sexual. Parece que empezó a ir al gimnasio para aliviar sus antojos, pero al contrario, sus músculos