No sé quién lo dijo, pero imagina una escena en la que una niña se orina mientras se mueve inquieta con una expresión de vergüenza en su rostro. Tenía las mejillas y las orejas de un rojo brillante, temblaba de vergüenza y su propia orina había formado un charco a sus pies. La excitación que siento al presenciar una escena así no se debe a un fetiche, sino a que es una perspectiva sexual que casi todo el mundo tiene.