Una madre que controla periódicamente el sexo de su hijo. El hijo, que ya no puede tolerar un estilo de vida tan anormal, se rebela. La ira del hijo llega a su punto máximo y ataca a su madre. Esto echa más leña al fuego y mi madre poco a poco se vuelve extraña. Al final, su deseo posesivo se sale de control y comienza a sujetar a su hijo y a tratarlo como a una mascota para satisfacer sus propios deseos sexuales.